redactado por Karen Frías Benedicto
Como
ya hemos comentado en artículos anteriores, la comunicación es un
factor muy importante en el día a día, pero también, y sobre todo
a lo que nos acontece, en la experiencia erasmus y, por lo tanto,
estudiantil, tanto si cursas un erasmus como si no.
A
menudo la gente tiende a recurrir a las lenguas de forma negativa,
con esto me refiero a que muchos españoles, y supongo que gente de
otros países también, piensa que eso de las lenguas es pan comido,
y es que a visión de la mayoría, las letras es la rama fácil
dentro del plano estudiantil.
El
primer ejemplo lo ponemos con el español. A menudo recibo preguntas
del tipo ¿es que no sabes hablar ya el español? ¿Para qué lo
estudias?, pero… ¿realmente un nativo, en general, sabe hacer
un buen uso del idioma, y ya no me refiero al ámbito familiar, sino
al formal? La respuesta es obvia, y ante esto la negativa es grande.
La prueba está en muchos de los errores que se cometen en los medios
propagandísticos como la televisión o la prensa.
Partiendo
de esta base, si nosotros mismos no controlamos nuestra lengua ¿cómo
vamos a saber controlar a la perfección una distinta?
Del
inglés la gente afirma su facilidad, basando su afirmación en que
lo estudiamos durante toda la vida, pero luego cuando llega la hora
en la que te obligan a sacarte un certificado que acredite tus
conocimientos en dicho idioma la cosa no hace gracia.
Otro
idioma, que se supone que es muy fácil de aprender es el italiano,
ya que el origen entre el castellano y el italiano es el mismo, el
latín. Y es verdad que hay muchas similitudes léxicas entre los dos
idiomas, pero no todo, y me remito a lo dicho anteriormente, es pan
comido.
Es
aquí donde nos encontramos con los primeros dos mitos de las
lenguas. El primero es en relación a lo que dicen los españoles del
italiano, y está en la afirmación de que es fácil, ya que solo
hemos de añadir <–i> al final de cada palabra. Los ejemplos,
pues, son claros: macarroni, espagueti, pantaloni, bambini…
Pero
no solo somos los españoles los que le otorgamos facilidad a dicho
idioma, sino que también sucede en el caso de los italianos, quienes
piensan que para hablar castellano simplemente hay que añadir eses.
Y esto es algo que a mí me resulta interesante, hasta hace poco no
me había planteado como se veía, desde la perspectiva del
estudiante, o no estudiante, el español como lengua extranjera.
Pero
no es el único mito acerca del español, sino que en Polonia, se
afirma que para escribir español lo que hace falta es añadir eses,
oes, es y aes.
Pero
la cosa frente a las lenguas románicas no queda aquí, sigamos con
el caso del francés. El mito, o no tan mito, lo encontramos en la
pronunciación, a la cual le otorgamos siempre un sonido similar al
de la [g] o al de [γ]. Esto lo podemos comprobar en las constantes
imitaciones que hacemos para imitar como hablan los francos el
español, o su propio idioma. Pero también le otorgamos otra
característica, su “abundante” terminación en<-e> o sus
<-e-> internas.
Con
el portugués la principal característica está en sus <-ñ> o
como ellos escriben <nh>, además de sus muchas terminaciones
en <-eiro>.
Pero
no solo las lenguas románicas tienen “mitos” sino que seguimos
hablando de las características de las demás lenguas, que no son
tan cercanas a nuestro idioma.
Del
alemán afirmamos su gran parecido con el inglés, un ejemplo es el
de come, aunque la verdad es que no se pronuncian de la misma
forma, pues mientras el alemán es una lengua que, al igual que el
español, acopla la grafía a la fonética, y se pronuncia o se lee
la palabra tal cual se escribe, el inglés mantiene una pronunciación
diferente a su escritura.
Pero
esta no es la única característica que le otorgamos al alemán,
sino que también es peculiar la abundancia de consonantes dentro de
un núcleo silábico, de este modo no es raro que se afirme que el
alemán es añadir h,t y z a la palabra. También nos
resulta característico el gran número de palabras compuestas
mediante prefijos. En cuanto al inglés, la mayoría de los hablantes
intentamos hacer, en nuestro caso, palabras españolas como inglesas
mediante los sufijos -ing y -eision.
Pero
todo no es coser y cantar, y a la hora de ponernos en el estudio de
cada lengua todos tenemos nuestros tropezones, y nuestra dificultad
en diferentes aspectos de cada idioma.
Uno
de los primeros problemas con los que nos encontramos es el de la
pronunciación. Y esto, suele ser una dificultad en casi todos los
problemas, ya que podemos conocer a la perfección la gramática y el
vocabulario, pero no su fonética. Ejemplos de ello es, en primer
lugar desde el español la fonética vocálica del inglés, entre
otros, en contraposición, tanto a los alemanes como a los ingleses
les cuesta pronunciar nuestra /r/ vibrante múltiple, del mismo modo
que a los españoles nos cuesta pronunciar su /r/, o mejor dicho [ɾ].
Y esto es debido a la poca atención que se le presta a la
pronunciación en la enseñanza de cualquier idioma.
Encontramos
aquí otro mito, el de que la pronunciación del español es fácil
(Santamaría Busto, 2010:1). Esto es debido a la creencia de que el
español se pronuncia tal cual se escribe. Y la verdad es que cada
aprendiz, dependiendo de su país de origen, pronunciará cada letra
según la manera de su lengua materna.
Otro
de los problemas con el que se encuentran los alumnos que estudian el
español como L2 es el del género, en saber diferenciar si una
palabra es masculina o femenina. Este, por ejemplo, es un error
frecuente con los alemanes, pues tienen tres géneros, masculino,
femenino y neutro, a diferencia del español, quitando de alguna
excepción. Pues por ejemplo, en alemán niño es Das Kind,
neutro, y en español es niño, masculino, o niña,
femenino, o en alemán es Das Car, neutro, y en español es
una palabra únicamente masculina. Además, que también ocurre que
palabras masculinas en español en alemán sean femeninas, y
viceversa.
Otro
de los problemas, en la enseñanza, es el de los tiempos verbales, y
la dificultad que tiene el subjuntivo frente a la mayoría de los
estudiantes de español como L2.
Por
todo esto, nos hemos planteado cómo se ve el español desde fuera,
desde la perspectiva de un estudiante Erasmus y las coincidencias son
bastantes. La mayoría de los estudiantes cuya lengua materna es
románica considera que no es una lengua difícil, la que no la
tienen como materna observan que habiendo estudiado más lenguas,
como el inglés, es fácil aprender la lengua, y otros, piensan que
coger una base no es difícil pero que alcanzar un cierto nivel sí.
Además las principales dificultades se encuentran en la gramática,
exactamente en los verbos, sobre todo en el subjuntivo, mientras que
las principales ventajas están en el léxico.
La
verdad, es que nos encontramos frente a incontables problemas a la
hora de aprender un idioma, pues aprender la base de cualquier idioma
no es lo más difícil, pero perfeccionar esa base inicial no es
tarea fácil, y eso lleva sus dificultades, tanto para el aprendiz
como para el profesor de ELE.
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